Este blog se ha creado para destacar todo lo relacionado al deporte nacional e internacional pero sobre todo el deporte romanense...

martes, 17 de febrero de 2009

La muerte de dos grandes del deporte romanense: Fernando Gómez y Miguel Infante

Por Amós Anglada

LA ROMANA.-El movimiento deportivo romanense ha sufrido dos pérdidas irreparables con la partida, primero de Fernando Gómez y, ahora, de Miguel Infante.
El pasado 28 de enero Fernando Gómez, miembro fundador del Club Virgilio Castillo (Chola) y un destacado dirigente que le tocó puestos de importancia en la Asociación de Baloncesto de La Romana, murió a causa de un cárcer de colon.
Con su deceso, dejó un legado a la juventud de La Romana, siendo siempre un ejemplo de honestidad, responsabilidad y compañerismo. Esto así porque siempre asumió con entereza y determinación cada reto de la vida.
Con sus virtudes que hacen inclinar la balanza sobre las debilidades naturales de cualquier ser humano.
Fernando fue un hombre que dio su vida por el movimiento clubístico, no sólo por el Club de sus amores, el Chola, sino que también supo luchar por el fortalecimiento institucional de todas las demás instituciones de ese tipo.
LA MUERTE DE MIGUEL INFANTE
No bien se nos va Fernando, ahora sufrimos el fallecimiento de Miguel Infante, víctima de problemas renales. Murió este lunes 16 de febrero de 2009 mientras era dialisado en el hospital El Buen Samaritano.
Se trata de un hombre ícono de la educación física en las escuela. Laboró en el sector público y el privado.
En el sector público educativo trabajó por muchos años en la Escuela Mercedes Laura Aguiar.
Pero también pasó por el Colegio Episcopal Todos los Santos, donde dejó sus huellas deportivas.
Fue entrenador del desaparecido Club Miguel Olivo Saviñón, antigua cancha Municipal, donde ahora funciona el pabellón de voleibol del mismo nombre.
En la misma fue profesor de voleibol y baloncesto, pero se destacó más en esa última disciplina, hasta el punto de que dirigió la selección nacional de minibaloncesto que asistió a un evento internacional celebrado en México, a finales de los años 70s.
Luego, hay que destacar su paso por el Club San Martín de Porres, en el que fungió de entrenador y dirigente.
No tenemos palabras para expresar nuestro sentimiento de dolor por estas dos pérdidas. Sin embargo, para que su legado no quede en el vacío, es nuestra responsabilidad como dirigente deportivo emularlos y eso lo podemos lograr si asumimos el compromiso de ser dirigentes deportivos con el fervor, el entusiasmo, el desinterés y el amor que los caracterizó a ambos.
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